No quiero a mi padre

No quiero a mi padre

No quiero a mi padre

No es obligatorio querer a un padre, pero si será por naturaleza lo deseable. Padre e hijos tienen una relación única en la que normalmente los padres se esfuerzan por procurar lo mejor que les es posible a sus hijos, al igual que sus hijos se esfuerzan por respetar y tener como ejemplo a seguir a su padre.

Cunado un hijo no quiere a un padre se produce una situación antinatural.

En ocasiones un hijo puede sentir que no quiere a su padre por un mero enfrentamiento superable, pero en otras existirán graves razones que sean las que provoquen que el hijo no quiera al padre.

En primer lugar debemos de tratar de ser tolerantes y tender la mano a nuestros padres e hijos, pero también, cuando por desgracia somos conscientes de que la relación no funciona y en definitiva pesa más aquello que nos separa que lo que nos une, lo mejor es poder tratarlo y enfocarlo desde un punto de vista realista y no forzar una relación que no funciona, pues se pueden llegar a enfrentamientos y situaciones límite.

No quiero a mi padre
No quiero a mi padre

No quiero a mis padres

Si se trata de una afirmación y sentimiento plural de un hijo que no quiere a sus dos padres, la situación es más grave aún, pues los padres que son la referencia para todo hijo en vez de ser un apoyo, al no ser queridos, pueden estar sufriendo la situación de desapego con sus progenitores.

Cada caso es diferente, pero lo recomendable siempre será tratar de llegar a un entendimiento, pues de no ser así, puede ser que una relación con problemas de entendimiento, por falta de trato, acabe degenerando en una falta absoluta de relación sin necesidad.

Debemos de ser tolerantes y tratar de perdonar aquello que no nos gusta, pues la frase «no quiero a mis padres» es dura para los hijos, pero probablemente también para los padres y hay que tratar de evitar el sufrimiento innecesario.

No quiero a mi padre
No quiero a mi padre

¿Por qué no quiero a mi papá?

Psicológicamente existe una tendencia de afecto que nos empuja a querer a nuestros amigos y familiares.

Para que un hijo no quiera a su padre debe de haber existido un motivo que haga que la relación evolucione de manera anómala hacía una falta de entendimiento. Siempre existirá un motivo inicial en el que la relación habrá atravesado un momento desagradable y una mala evolución y gestión de dicha situación.

Habrán casos en los que no existirá un motivo, pues únicamente se tratará de una incompatibilidad de caracteres y otras en las que la gravedad de los hechos hace que se deba de tratar pormenorizadamente y de ser necesario y tener interés en resolverlo, contratar psicólogos expertos en la materia.

Si lo que siente usted pasa de ser un «no quiero a mi padre» a un «odio a mi padre», estaremos ante un caso muy grave en que probablemente no es una falta de afecto sino que existirá una relación de odio y enemistad no superada que supera unos límites que en la mayoría de los casos crean dolor y sufrimiento a ambos familiares, padre e hijo.

 

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