Cómo prepararse emocionalmente para un divorcio

Prepararse emocionalmente para un divorcio no es fácil, pero requerirá seguridad y fortaleza.

Podemos controlar infinidad de aspectos de nuestra vida, pero el emocional es el que menos podemos controlar. Por ello por mucha preparación que queramos hacer, es posible que no sea posible que no nos afecte en algo. Podemos reducir los efectos emocionales de toda ruptura, pero tenerlos totalmente minimizados será casi imposible, pues en cualquier momento, con o sin motivo aparente, puede darnos un bajón emocional, del que no está nadie exento. Pero en el contexto de un divorcio menos aún por la tensión que genera.

La inseguridad económica también es un motivo de inestabilidad. Si me separo no tengo donde ir es una frase repetida en infinidad de rupturas en las que se retrasa o incluso no se termina de materializar la separación por incertidumbre económica, por no tener claro si será posible afrontar los gastos de vida individualmente después de la ruptura.

Cómo prepararse emocionalmente para un divorcio
Cómo prepararse emocionalmente para un divorcio

Podemos prepararnos para un examen, para una prueba física o para cualquier otra cosa. Pero las emocionales que afloran en un divorcio no son predecibles pues simplemente emanan de nuestra sensibilidad que está sujeto a numerosos agentes externos: Actuación de nuestra pareja, nuestra propia reacción, circunstancias, contingencias.. etc.

Un divorcio es una montaña rusa de emociones en la que mantener el control dependerá de cómo se haya preparado cada uno de los esposos. No hay estrategias infalibles, pero si que contribuirá mucho el reducir la tensión de la ruptura, no perder las formas y el debido respeto y entender, aceptar y afrontar la separación en positivo.

Para prepararse para un divorcio habrá que tratar de minimizar las fricciones. Por tanto, mantener vínculos innecesarios después del divorcio jugará en contra de nuestra estabilidad. Tener hijos, una casa común, una mascota familiar.. etc son cuestiones que existen y se deben de tratar de regular pues tienen su importancia. A pesar de ello, existen otras totalmente irrelevantes como quien lleva la razón en cada cosa, o con importancia menor, como por ejemplo el reparto de muebles, en las que en el contexto de una ruptura traumática, habría que ceder pues a no ser que para nosotros sea especialmente significativo, no suele merecer la pena por el enfrentamiento que se puede producir después.

También influye la edad, pues una edad muy joven e inmadura o una muy avanzada puede crear ciertos prejuicios emocionales en los cónyuges que se separan. Separarse a los 40 lo que nadie te cuenta.

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