Si se quiere separar y siente un freno al pensar en cómo llevarán sus hijos la separación, debe de tomar una decisión clara y sin excusas ni justificaciones.
Tener hijos no es algo mejor o peor para la separación, pero desde fuera es fácil decirlo, pero cuando se es madre o padre, nos asaltan las dudas de si dar el paso de la separación que necesitamos como pareja, por modularlo y hacerlo compatible con el bienestar de nuestros hijos.
Aquí cada persona tendrá una opinión, muchos aguantan un matrimonio que no quieren por los hijos y otros terminan la relación cuando sienten que lo necesitan con independencia de que existan hijos. Todo puede acabar bien o mal en función de las circunstancias y sobre todo de la manera de reaccionar y enfocarlo de cada uno de los miembros de la familia.
Parece que muchos padres y madres sienten miedo al divorcio por entender que están fallando a la familia y que crean una mala situación de la que se sienten culpables. La culpabilidad en el divorcio no es buena, pues no lo será ni para nosotros ni para nuestros hijos.
- ¿Cómo es la convivencia?
- ¿Es la vida que quieres para el presente de tus hijos?
- ¿Se trata del ejemplo que quieres dar para el desarrollo vital adulto de tus hijos?
Si la convivencia, relación entre los padres y ejemplo que se ofrece es adecuado y para nosotros es preferible mantener el matrimonio pues solo tenemos dudas, es posible mantenerlo. Si las dudas son certezas y a pesar de querer y necesitar divorciarse o separarse, se mantiene un matrimonio por apariencia de cara a nuestros hijos, salvo que para nosotros exista un motivo de peso que así lo haga procedente, se estará engañando a sí mismo y a los miembros de su familia.
El divorcio y la separación con hijos ya no es un estigma. El problema es un mal matrimonio o un mal divorcio. En ocasiones el mal divorcio llega por no saber gestionar a tiempo un mal matrimonio y tomar las decisiones poniendo límites.